martes, 13 de septiembre de 2022

HISTORIAS DE CUSCO - HISTORIA EN LAS NAZARENAS

 FUGA DE LAS NAZARENAS - Calle 7 culebras.

En nuestra ciudad del Cusco vivía una mujer muy pobre que respondía al nombre de Bertha, lamentablemente aquella mujer vivía de la caridad de la gente y para empeorar su situación, con el pasar del tiempo, la barriga le iba creciendo, en pocos meses ya era innegable su embarazo. La pobre mujer tuvo sus dolores de parto en aquella plaza que llaman de las Nazarenas, ante sus quejidos fueron las hermanas del Beaterio quienes la acudieron y le ayudaron en sus labores de parto, dando a luz a una hermosa niña, tristemente aquel mismo día la indigente Bertha falleció víctima de los esfuerzos realizados y la mala alimentación que siempre recibió.

La recién nacida fue bautizada con el nombre de Paulina y fue criada dentro de los muros de aquel Beaterio, donde recibió comida y educación con los más altos principios de obediencia.

Los años pasaron y Paulina ya era una señorita que sentía culpa en su corazón, sabía que no tenía a nadie en el mundo, las hermanas del Beaterio siempre la trataron bien, nunca le faltó nada, ya faltaba poco para cumplir la mayoría de edad y sólo tenía dos caminos. El primero era permanecer en el Beaterio, pero para ello debería hacer un juramento de castidad y entrega a la vida cristiana, el segundo camino y el que más deseaba ella era salir de aquel encierro y llevar una vida en familia, casarse y tener hijos, pero lamentablemente su situación económica y de soledad no le daba más remedio que elegir el primer camino.

Paulina se convirtió en miembro del Beaterio de las Nazarenas, y así comenzó su vida cristiana.

Por esos mismos años, en el Cusco vivía Doña Nieves Mora de Pacheco, una mujer muy adinerada, a cuyo paso se originaban comentarios de respeto y admiración ya que siempre llevaba finos vestidos y alhajas hechas en piezas de oro y plata. Ella era una mujer muy fiel a la iglesia, y periódicamente llenaba de regalos al rector del Seminario de San Antonio Abad, ese seminario que está ubicado en la Plaza Nazarenas (hoy en día Hotel Monasterio). Resulta que el hijo de Doña Nieves era estudiante en ese Seminario, y era deseo de su madre algún día tener por hijo a un sacerdote, los regalos hacia el rector eran precisamente para que tuviesen cuidado en la educación e instrucción de aquel colegial que respondía al nombre de Diego.

Exitosamente los regalos de Doña Nieves dieron fruto, pues a portas de celebrar la fiesta de la Virgen del Tránsito, el mismo Obispo del Cusco confirió la Orden del Diaconato al estudiante Diego Pacheco y Mora, convirtiéndose inmediatamente en el nuevo y flamante Diácono encargado de las misas cantadas en el Beaterio de las Nazarenas.

Es precisamente en la misa de fiesta en honor a la Virgen del Tránsito, en la que participan todas las beatas de las Nazarenas, mientras el Capellán realiza la ceremonia, llega el momento de entregar la hostia a todos los que van a comulgar, para ello el Diácono lleva en la mano izquierda una vela y en la derecha la patena (una especie de paleta para evitar que la hostia cayera al piso al momento de recibirla). Toca el turno a las beatas, quienes comienzan a recibir la hostia consagrada, acto que es interrumpido por un fuerte ruido, el Diácono había dejado caer la patena en el piso, Diego había quedado sorprendido por la belleza de una de las beatas, nunca antes habia visto a una mujer tan hermosa (así es amigo lector, Diego había visto a Paulina).

El Capellan lanzó una mirada fría sobre el Diácono, quien continuaba abobado con la belleza de aquella Beata, pero no tardó en darse cuenta de su error y presurosamente recogió la patena y se pudo continuar con la ceremonia.

Definitivamente aquel día fue imborrable para ambos jóvenes, en el caso de Diego, se dio cuenta que la vida religiosa NO era para él, quería enamorarse y casarse alguna vez con una mujer tan bella como la que había visto. En el caso de Paulina, pudo darse cuenta que hasta un joven tan apuesto como Diego puede fijarse en ella a pesar de su situación.

Desde aquel día Diego perdió el interés en ser sacerdote, solo le interesaba acercarse aquella hermosa beata y declararle su amor. Es por ello que se contacta con la portera del Beaterio, una mujer madura que presumía honradez y respondía al nombre de Luisa, era la persona indicada puesto que conocía a todas las beatas. Los regalos de Doña Nieves para el rector del Seminario, siempre pasaban primero por las manos de Diego, y es oportuno para el muchacho cambiar el destino de esos regalos, pues ahora todo se lo daba a la portera de nombre Luisa, gracias a ello pudo ser posible la comunicación entre ambos jóvenes a través de notas y cartas.

Es sabido que existe un callejón de metro y medio de ancho que separa el seminario con el Beaterio, aquel callejón se llama 'Siete culebras', sobre este callejón existe un arco de piedra que une ambas edificaciones, si no fuese por el tejado que lleva encima, dicho arco más parecería un puente que une ambos lugares puesto que frente a frente se tienen dos ventanas casi fronterizas.

Gracias a las cartas y a este arco de piedra, los jóvenes enamorados pudieron hacer posible múltiples encuentros dentro de las instalaciones del Beaterio, encuentros que profundizaron el amor que ambos sentían.

Una mañana, la Priora de las Nazarenas pasaba por aquella ventana fronteriza y pudo notar que habían tejas rotas sobre el arco de piedra, así mismo sobre aquel ventanal pudo divisar huellas de manos y pisadas de un intruso que de seguro provenía de enfrente.

Inmediatamente el rector del seminario fue llamado al Beaterio y la Priora muy preocupada informó lo sucedido, y como era difícil averiguar quién era el intruso por la cantidad de alumnos que tenía la institución, pues decidieron tapiar ambas ventanas y así evitar ese tipo de actos vergonzosos para el prestigio de la iglesia.

Una vez más fue necesario la participación de la portera, quien entregaba las notas y cartas entre los jóvenes enamorados, donde finalmente decidieron abandonar los votos y uir rumbo a la felicidad.

El plan se había elaborado, Luisa los iba ayudar a escapar, en la calle San Agustín la portera del Beaterio había alquilado un cuarto donde deberían llegar ambos jóvenes después del escape, la beata pudo escapar fácilmente con ayuda de Luisa, ni bien salió se dirigió a la calle San Agustín donde debería esperar a su amado. Por su parte Diego quien aparentemente tenía un camino más fácil, tuvo varios inconvenientes, una inspección inesperada por parte del rector, una inesperada visita en su celda por uno de sus compañeros seminaristas a quien no supo cómo evadir, despues de unas horas de ansiedad finalmente se vio sólo y comenzó a desplazarse por los corredores del seminario, abriendo cerrojos y portones, tratando de hacer el menor ruido posible y finalmente se vio en la calle donde unos perros comenzaron a ladrar y Diego tuvo que correr para evitar las mordidas y así poder llegar a la calle San Agustín.

De acuerdo al plan, a la mañana siguiente la portera Luisa debía ir al cuarto alquilado para seguir ayudado a los jóvenes enamorados, y cuando ingresa en la habitación ve sobre la cama algo que la llena de espanto, pues estaban tendidos y muy bien planchados un hábito de beata y una sotana, lo cual sólo podía significar una cosa, que el demonio se había llevado a los infiernos al sacrílego seminarista y a la beata por haber quebrantado sus votos religiosos, puesto que ese hecho era suficiente para estar condenado siempre.

Pasaron unos meses, y en una mañana fría en nuestra ciudad, llega una carta para el rector del seminario en la cuál dice:

"Infinito es mi agradecimiento por haber aceptado a mi hijo como miembro del Seminario, lamentablemente él ya no podrá volver puesto que se ha casado y ahora es muy feliz, tenga a bien éste último presente como muestra de gratitud, también hay otro para la Priora del Beaterio y uno especial para Luisa la portera. NMP".

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