UN RAYO DE FLORES AMARILLAS
En el año de 1953, vivía en Cusco Ramiro Amachi, un muchacho humilde con grandes dotes para la escultura, Ramiro venía desde el humilde poblado de Poroy hasta el Cusco para trabajar en el taller de Don Manuel de Cornejo, reconocido escultor en madera a quien acudían todas aquellas familias que deseaban tener obras de arte en su casa. Ramiro era uno de los ayudantes más eficientes de Don Manuel, éste reconocido escultor cusqueño tenia una hija de nombre Ana Isabel, una joven hermosa que se ganaba la admiración de todos los muchachos en edad casamentera por su belleza, belleza que no era ajena a los ojos de Ramiro. Ana Isabel amaba mucho a su padre y sentía un gran afecto por Ramiro quien ya tenia muchos años junto a la familia mostrando lealtad y apoyo en el trabajo, todos los días era ella quien llevaba el almuerzo para su papá y sus colaboradores, para Ramiro era el momento mas agradable del dia puesto que la presencia de Ana Isabel era su motivación para realizar su trabajo dia a dia. El trabajo de Don Manuel se había incrementado de sobremanera, la hija preocupada veía como su papá y sus colaboradores trabajaban sin descanso y pudo notar que el material que utilizaban (madera) se les estaba acabando y en su afán de ayudar tomó el caballo y la carreta de carga que tenía su padre y pretendió ir por el material necesario, pero en una mala maniobra la muchacha hizo que el caballo diera un salto haciéndola caer al piso dejándola inconsciente, Ramiro escucho el grito de la joven y salió inmediatamente en su ayuda, la tomo en sus brazos y la llevó a casa mientras la familia llamaba al médico, lamentablemente la muchacha no reaccionó y el medico dijo que había recibido un fuerte golpe en la cabeza y que sería un milagro que la joven reaccione. Esta situación generó gran tristeza en toda la familia y en especial en Ramiro quien todos los días antes de ir al Cusco desde su pequeño pueblo de Poroy entraba al templo y pedía a Santa Bárbara que la bella Ana Isabel pueda salir de la difícil situación en la que se encontraba. Una noche mientras Ramiro dormía tuvo un sueño en el que una bella joven se le aparece y le dice “Deja la tristeza que la persona por quien lloras despertará muy pronto, solo tienes que llevarle las flores amarillas que están en la puerta de tu casa y tienes que hacer que las huela”. Ramiro despertó de un salto puesto que estaba lloviendo y un trueno pareció haber estallado en sus oídos, se dio cuenta que llovía fuerte y al recordar su sueño salió inmediatamente a su puerta en busca de flores, pero no había ninguna flor amarilla, en realidad no había ni una sola flor, en eso nota que un destello de luz se genera en el horizonte y un rayo cae justo en frente de su casa dejándolo ciego por un instante, al recobrar la vista se da cuenta que en su puerta aparecieron lindas flores amarillas las cuales no dudó en llevarlas a casa de Don Manuel para que su hija las pudiera oler, para sorpresa de todos Ana Isabel despierta de su sueño profundo devolviendo la alegría y tranquilidad a toda la familia y también a Ramiro.
Ya había pasado unos meses, el mes de Junio estaba por llegar y el párroco del distrito de Poroy andaba un poco preocupado puesto que se venia el Corpus Christi y Santa Bárbara no tenia un manto adecuado para la ocasión puesto que los pocos que tenia ya habían perdido hasta el color, asi también el anda estaba muy deteriorado y necesitaba uno nuevo. Al enterarse de esto Ramiro y recordando el milagro que habia recibido de la Santa de su devoción, tuvo la iniciativa de realizar un anda nuevo, sencillo pero muy bien hecho, asi mismo utilizó sus ahorros para mandar a realizar un manto nuevo el cual pueda ser utilizado en el corpus. Cuando Ramiro se presenta ante el párroco, éste muy contento lo recibe y le pregunta “¿Cuánto es que te debo hijo mío?” a lo que Ramiro responde “Padrecito, el día que Ud. me pague por esto será el día de mi muerte, mucho tengo que agradecer a Santa Bárbara y lo que hago hoy es un acto de agradecimiento”.
Ya habían pasado las fiestas del Corpus en Cusco y se acercaba el cumpleaños de Ana Isabel, sin querer Ramiro había escuchado que la cumpleañera deseaba como regalo un vestido nuevo, vestido que era costoso, pero Ramiro estaba dispuesto ha hacer todo lo posible por ver feliz a su amada. El muchacho fue a casa y trató de juntar todo lo que tenia pero NO era suficiente para el regalo de Ana Isabel, no sabia de donde sacar mas dinero, asi que recordó las palabras del sacerdote meses atrás: “¿Cuánto es que te debo hijo mio?”, acudió a él y le dijo “Padrecito, vengo porque aun no me ha pagado lo que me debe por el trabajo que hice” a lo que el sacerdote muy extrañado responde: “Hijo mío, estoy algo confundido, pensé que NO era necesario hacer un pago por ese trabajo”, Ramiro con una sonrisa fingida le dice “¿Cómo va decir eso padrecito? El trabajo hecho esta y necesito mi paga” El párroco aun extrañado por la situación toma un dinero y realiza el pago retirandose aun confundido. Ramiro satisfecho con el pago que recibió se da la vuelta y ni bien sale del templo ve que en el horizonte se genera un destello de luz y al instante cae un rayo sobre él dejándolo en cenizas.
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