TRADICIÓN EN SAN CRISTÓBAL - HISTORIA DE PEDRO DE LOAIZA Y EL INDIO CHOQQE
En nuestra ciudad del Cusco, allí por la calle Procuradores vivía un español que respondía al nombre de Pedro de Loaiza, a pesar de su origen español y el cargo de procurador que tenía, siempre estaba en necesidad económica, a veces no tenía ni para comer por la gran cantidad de hijos que llegó a tener, ni siquiera a ellos podía vestirlos bien.
La situación del procurador no podía ser peor cuando su esposa Catalina le dijo "Esposo mío, una vez más Dios nos está bendiciendo con un hijo". Don Pedro sentía entrar en desesperación, ni la ayuda que recibía de sus amigos le alcanzaba. Pues cada quien andaba con sus propios problemas.
En esa antigua sociedad cusqueña, vivía un personaje a quien todos llamaban el indio Choqqe, aquel indio vivía en la Casona que perteneció a "Atau Yupanqui", un antiguo general Inca, en lo que hoy conocemos como calle Ataúd. Resulta que el indio Choqqe nunca tenía necesidad a pesar de su condición de indio, tampoco es que vivía ostentosamente, pero dinero nunca le faltó.
Don Pedro sabía que el indio Choqqe acudía siempre a parroquia de indios en San Cristóbal (hasta dinero tuvo el indio para hacer el cargo del patrón alguna vez). Es así que un día, el indio Choqqe es abordado por Don Pedro de Loaiza quien le dice:
- "Estimado Choqqe, es un inmenso gusto poder verte en misa de domingo aquí en San Cristóbal".
- A lo que el indio responde "El gusto es mío Don Pedro, pero que lo trae por aquí?, Ud siempre acude a misas de domingo en la Catedral".
- A lo que Don Pedro responde. "Es correcto mi querido Choqqe, pero he venido aquí junto con mi esposa Catalina para pedirle un favor, resulta que mi esposa acaba de tener un hijo mio y queremos que Ud. sea su padrino, esperamos que puedas acceder a nuestra petición".
- A lo que el indio sorprendido responde "Don Pedro, un hijo más? Acaso no ha tenido ya muchos?, pero cierto es que un hijo es alegría pura, estamos cerca a la fiesta del patrón San Cristóbal y no le puedo decir no a nada. Claro que acepto ser su compadre Don Pedro".
La pareja de esposos, muy contentos, le dieron como padrino a su último hijo a un indio llamado Choqqe y el bautizo se realizó el mismo día en el que se rinde homenaje al Patrón San Cristóbal.
Pasaron los meses y la situación de Don Pedro no había mejorado, el indio Choqqe solia ver a su comadre Catalina pidiendo caridad en cercanías de la Catedral. Con ese fuerte vínculo que acarrea el compadrazgo, el indio Choqqe se ve obligado una noche ir a visitar a su compadre y pedirle su compañía para caminar un poco. Don Pedro sin dudarlo le hace caso, y en el camino le dice "Querido compadre, he visto que sigues pasando necesidad, no me gusta ver a mi comadre en esa situación ni mucho menos a mi ahijado, yo te voy a ayudar, pero quiero que confíes en mi y te cubras la cara y solo camines a donde yo te llevaré, por ningún motivo tienes que ver por donde vamos", Don Pedro le hace caso, algo disgustado por que percibió desconfianza por parte de su compadre, ambos comenzaron a caminar, y con los ojos vendados el procurador imaginaba caminar por calle Ataud, luego Huaynapata, pensó estar pasando la calle ladrillos, quizás volteo por Choquechaka, hasta que en eso a través de su venda logra percibir tremenda luminosidad, el indio Choqqe le quita la venda y Don Pedro no podía creer lo que miraba, nunca antes en su vida había visto tanto oro, a lo que el indio Choqqe le dijo "Este es el oro sagrado de mis ansestros, este perteneció a mi Señor Huascar, solo podemos tomar lo necesario, así que llena este saquillo y vuelvete a cubrir los ojos. Don Pedro hizo lo que el indio le dijo y con los ojos cubiertos, pero esta vez con un saquillo lleno de oro, volvieron a la caminata secreta, imaginando siempre Don Pedro por que calles pudiese estar caminando, pero sin tener ninguna certeza de ello.
Los días pasaron y la situación de Don Pedro comenzó a cambiar, llevaba mejor ropa, sus hijos comían a satisfacción, la comadre Catalina se daba el lujo de lucir algunas joyas, todo parecía haber mejorado, pero el indio Choqqe comenzó a tener malos presagios en su mente.
Una mañana de domingo, Don Pedro de Loaiza acude a la casa del Indio Choqqe y le hace una petición que el indio ya veía venir. "Querido compadre, eternamente agradecido estoy contigo puesto que me has ayudado y hoy no tengo las necesidades que antes tenía, pero preciso es que me ayudes una última vez, el dinero se acaba y antes que eso suceda quisiera comprarle una casita a tu comadre y a tu ahijado, para vivir tranquilos el resto de nuestras vidas. Algo desconfiado el indio Choqqe aceptó pero con las mismas condiciones que el español no debía ver el camino por donde iban. Don Pedro dijo que no tenía problemas en ello. Esa misma noche comenzaron ha hacer el recorrido desconocido, el español con los ojos vendados, y el indio Choqqe guiandolo en el camino, esta vez parecía una ruta distinta. "No caigas en tentación compadre Pedro, por nada debes quitarte la venda de los ojos hasta que lleguemos", "No lo haré". Pero en eso el indio Choqqe noto que de los pantalones de Loaiza caían periódicamente pequeños granos de maíz, y había estado dejando señalizado el camino hacia el tesoro de Huascar, el indio se molesto mucho y le dijo "Español tenias que ser, no tienes palabra, ni respetas la confianza de un compadre. Olvidate de mi y de mi ayuda, hasta nunca".
A la mañana siguiente la policía tocaba la puerta del indio Choqqe en la calle Ataúd, lo llevaron detenido por una denuncia que había hecho Pedro de Loaiza, el indio oculta un gran tesoro y preciso es que lo entregue a la policía, pero el indio desconició la existencia de ningún tesoro. Lo golpearon para que confiese, pero nunca salió una palabra de confesión, lo torturaron tan duro hasta que finalmente murió el indio Choqqe en medio de la poca culpabilidad del ingrato compadre.