HISTORIA DE LA CALLE PURGATORIO
Esta centrica calle fue llamada así debido a la superchería practicada por un alcabalero (cobrador de alcabalas, impuesto por la compra-venta de mercaderías), de apellido Colmenares, destituido de su cargo por el Cabildo cuzqueño. Cuenta la tradición que para obtener dinero sin trabajar, explotaba la fe, el miedo y la piedad de los transeúntes para reunir “limosnas”.
¿Cómo surge esta historia? Se cuenta que en la casa ubicada en la esquina de las calles Purgatorio y Huaynapata vivía una vieja “de malas pulgas, cascarrabias, camorrista y difamadora”. Tras su muerte, empezó a correr el rumor que el alma de la vieja penaba. De hecho, los vecinos oían golpear sus puertas a medianoche y escuchaban una voz extraña y dolorida que clamaba perdón y helaba la sangre en las venas.
Aprovechando estos sucesos, Colmenares, hijo de la difunta y alcabalero del barrio, se vestía con una túnica negra y un antifaz que imitaba una calavera y, sujetando una olla con trapos enmantecados que ardían, salía después de las nueve de la noche sobre zancos de madera y con una caja en la que decía: “Una limosna para las almas del Purgatorio”. Tal era el miedo que sentían los escasos transeúntes que de inmediato echaban monedas en la alcancía. Contento con el negocio, Colmenares se limitó en adelante a pintar una calavera sobre huesos cruzados en la esquina de su casa, colgando debajo la alcancía para que los asustados vecinos depositaran sus monedas. Fue así como la gente no tardó en llamar “Calle del Purgatorio” a este angosto callejón.
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